“Las calles de Katmandú conocían mejor sus pensamientos que su propia madre.”
Los huérfanos de Buda, el escritor nepalí Samrat Upadhyay nos presenta una novela que transita entre lo político y lo íntimo, entre el deseo humano y la búsqueda de la trascendencia. La novela se encuentra ambientada en un complejo social muy importante para la historia de Nepal. Dentro del relato se nos presenta a Ramu, un niño que fue abandonado al nacer y Suyogya, la joven con la que se entrelazaran los destinos. A través de las vidas de los personajes, se nos va relatando un Nepal con muchos cambios sociales que se encuentra marcada por el conflicto, la represión, y las contradicciones de la modernidad.
Aunque ya sabemos que Ramu es un huérfano, en todo el sentido de la palabra, Upadhyay, nos presenta que el resto de personajes también lo son, en un sentido simbólico, ya que muestra una falta de afecto, sentido de pertenencia, incluso la falta de ellos mismos y esta es una condición que los marca y los empuja a entrelazar sus destinos, llevándolos a transformar ante los cambios que la sociedad nepalí presentaba.
Una característica muy importante en el relato, es el erotismo, el sexo no se presenta como una simple pasión, a su vez se muestra como una forma de comunicación, de poder y escape ante los ojos de una sociedad que tachaban las formas de mostrar el cariño, y es acá donde los personajes se demuestran ese cariño llenando los vacíos que sus corazones tienen, pero a su vez esto puede presentarse como algo efímero. Ramu y Suyogya tienen una relación marcada por el deseo, pero sin embargo mantienen esa distancia, la culpa y estigmas de una sociedad que los señala. Hay una belleza, pero también hay dolor.
En la obra la sociedad no es solo un espacio, también se puede presentar como un personaje, ya que poco a poco se nos va presentando un Katmandú con sus templos, sus calles, sus conflictos sociales y políticos y como esta va cambiando con los tiempos, adaptándose al modernismo. Algo que se distingue en la novela son las jerarquías sociales y como estas pesan en sus personajes. Aunque también se muestren espacios de violencia, también se muestran momentos de amor, cariño y esperanza.
Aunque el título de la novela nos menciona a Buda, esta no es una novela religiosa, a su vez esta figura se impone más como una metáfora, con el desapego del dolor, y la búsqueda de la paz interior. Los personajes no son iluminados, si no profundamente humanos, ya que muestran muchas faltas y virtudes.
Quizás, esta es una novela que te transportara a Katmandú, una novela que se lee con todos los sentidos abiertos, nos recuerda que todos cargamos con una orfandad, es un libro que puede doler, pero que también abraza.